«Orán ya no te quiere», de Carlos Erice Azanza, por Ricardo Bosque

oranRicardo Bosque

Comienzo a redactar esta reseña apenas cuarenta y ocho horas después de los terribles atentados cometidos en París por unos descerebrados integristas en nombre de un tal Alá que, como cualquier otro dios y por lo que a mí respecta, ni está ni se le espera. Atentados cometidos por unos tiranos -barbudos en este caso como los ha habido perfectamente rasurados en otros momentos de la Historia- que, como caracteriza a todos ellos, no soportan que la gente sea libre, que baile, que beba o que ría a mandibula batiente: lo suyo es el terror sin más, la opresión, el miedo, odian la vida como Hitler odiaba que los berlineses se divirtieran hasta el amanecer o como Franco prefería las mantillas negras a los festejos no religiosos o directamente carnavalescos.

Arranca Orán ya no te quiere en Argelia, en 1962 -aunque la historia que aquí nos interesa bien pudiera comenzar en 1830, en el inicio de la colonización francesa-, con una impactante imagen que será -más adelante lo sabremos aunque de momento lo intuyamos- el detonante de lo que está por suceder en la Pamplona más actual, en el entorno familiar de Leire, una veinteañera que sobrevive sirviendo desayunos y copas en un bar y aprovecha sus ratos libres para visitar a su abuelo Peio en la residencia de ancianos en la que vive desde hace algún tiempo. La única de la familia que le visita, por cierto.

Peio Arangurén, que se pasó media vida combatiendo en diferentes frentes y huyendo de la locura, comenzando esa huida como consecuencia de su afiliación nacionalista vasca en 1936, atravesando el sur de Francia para regresar al combate en España por Cataluña, descendiendo hasta Valencia y partiendo en una nueva escapada hacia Argelia en 1938.

¿Llegaron mejores días para Peio? Por supuesto que no, pues terminó enrolado en la Legión Extranjera y combatiendo en el norte de África y sur de Europa, ahora contra el nazismo para, con el paso de los años, convertirse en un pied-noir (con las connotaciones fascistas que conlleva el término) en defensa de los derechos de los colonos y contrario a los legítimos deseos de independencia de los indigènes. ¿Su destino final? La salida hacia Marsella, donde será tan mal recibido como todos los pieds-noirs, tratados como apestados e invitados a regresar a sus países de origen. Pero Pamplona, España, ha cambiado mucho en su ausencia y la readaptación es costosa como obligada la renuncia a los ideales que le obligaron a marchar treinta años antes.

Peio, tachado de fascista tras combatir al régimen de Franco y a las tropas de Hitler. Peio, nacionalista vasco enfrentado a los nacionalistas argelinos. Las paradojas de la vida.

Con todo ello, Carlos Erice Azanza nos ofrece una excelente novela que recorre tres generaciones para contarnos, en una impecable narración en primera, segunda y tercera persona -la transición de una a otra es, sencillamente, extraordinaria-, la azarosa historia de un hombre normal, de un número más pero fundamental para entender la Historia con mayúsculas. Para tratar de entenderla, al menos.

Erice, con su novela, te obliga a plantearte la realidad de los hechos, las distintas realidades que los conforman para ser exactos. Y me hace recordar en el momento de reseñar su libro y dadas las circunstancias, una auténtica joya del néo-polar francés, esos Asesinatos archivados de Didier Daeninckx que arrancan con la masacre cometida por las fuerzas de seguridad francesas en el transcurso de una manifestación pacífica por las calles de París en la que miles de argelinos, en 1961, exigían el final del toque de queda que les había impuesto el prefecto de policía Maurice Papon y en la que fueron asesinados, muchos de ellos apaleados, cientos de participantes.

La recuerdo con el corazón encogido, consciente de que, en la Historia, muchas veces podemos fijar el punto de partida de los acontecimientos pero, desgraciadamente, jamás llegaremos a conocer cómo, dónde y cuándo se pondra el punto final.

 

Orán ya no te quiere
Carlos Erice Azanza
Traspiés

2 comentarios en “«Orán ya no te quiere», de Carlos Erice Azanza, por Ricardo Bosque

  1. No he leído la novela de Carlos Erize, pero después de lo que cuentas me haré con ella. Sin embargo sí quisiera decir algo al primer párrafo: Totalmente de acuerdo contigo y, como todos, ¡Je suis París! Pero… ¿sólo somos París? Según estos datos, tomados así rápidamente,
    15 de noviembre de 2015: un grupo terrorista del Dáesh asesina a un joven homsexual arrojándolo desde el alto de un edificio.
    15 de noviembre de 2015: un grupo de migrantes sudaneses quedan atrapados entre el fuego cruzado de militares egipcios y traficantes beduinos, al menos 15 migrantes fallecieron.
    16 de noviembre de 2015: un ataque terrorista causa la muerte de 7 soldados gubernamentales de Trípoli.
    17 de noviembre de 2015: el ejército tunecino desmantela una célula yihadista que en junio provocó 38 muertos.
    17 de noviembre de 2015: atentado terrorista (dos mujeres de 11 y 18 años se inmolan) en Nigeria: 32 muertos, 80 heridos.
    17 de noviembre de 2015: un atentado terrorista en Malí causa un muerto y un herido muy grave.
    18 de noviembre de 2015: la policía sudafricana encuentra los cadáveres de 11 mineros clandestinos en una mina abandonada.
    Todo eso sin contar que, por ejemplo, en el 2012 murieron de SIDA (con un condón se hubiera evitado casi todas las muertes y el santo papa anterior no lo permitió), un millón doscientos mil personas; 612.000 africanos murieron de malaria, 717.000 muertes de diarrea, la OMS registraba 400.000 muertes por “deficiencias nutricionales” (HAMBRE), 318.000 muertes en el parto… Todo según la OMS en el año, como dije, 2012
    Sin contar tampoco que más de 1.000 africanos han muerto al intentar llegar a Canarias huyendo de la pobreza en el 2015.
    ./…
    El horro continúa y continúa…
    Y SABIENDO ESTO SÓLO «SOMOS FRANCESES”.

    ¡JE SUIS AUSSI D’ AFRIQUE!

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