«Pan, educación, libertad», de Petros Márkaris, por Jesús Lens

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

Con la tercera entrega de su Trilogía de la Crisis, el griego Petros Márkaris, en vez de describir –con una cierta tendencia a la exageración –los efectos de la devastadora crisis que asola a los países mediterráneos, directamente fabula sobre ella y nos sitúa en un escenario que, de momento, no parece que se vaya a dar.

Porque, a falta de seis meses para el final de este 2014, ni Grecia ni España han dejado el euro para volver al dracma y a la peseta, respectivamente. Pudo haber pasado. Pero no.

En cualquier caso, el contexto en que se desarrolla la última entrega de esta trilogía, protagonizada por el comisario Kostas Jaritos, es parecido al de Con el agua al cuello y Liquidación final, ya leídas, reseñadas y comentadas con anterioridad: una sociedad devastada en la que el paro y los recortes salariales y sociales obligan a la gente a volver a una especie de economía de guerra, lo que permite aflorar lo mejor… y lo peor del ser humano. Porque las ollas comunitarias y la solidaridad familiar tienen que convivir con los movimientos xenófobos de Amanecer Dorado y otros grupos de extrema derecha.   

Entonces aparece el cadáver de un rico contratista de obras que hizo fortuna con los Juegos Olímpicos, Demertzís, cuyo hijo acaba de ser detenido por tráfico de drogas. Un hijo con el que no se hablaba ni se relacionaba de ninguna forma. ¿Por qué? Ya habrá tiempo de saberlo.

Junto al cadáver, un teléfono. Operativo. Que emite una consigna: Pan, educación y libertad.

Mientras la investigación de Jaritos y su equipo avanza, a trancas y barrancas, sorteando los contratiempos provocados por los recortes y en un ambiente cada vez más tenso, entre huelgas, manifestaciones y una inevitable sensación de derrota; aparece un nuevo cadáver. Y otro teléfono. Pero la misma consigna: Pan, educación y libertad.

No conviene seguir hablando sobre el argumento de la mejor de las tres novelas de la Trilogía de la Crisis. La mejor cerrada, la más redonda y, paradójicamente, la más realista, aunque parta de una situación fabulosa y, por el momento, imposible.

Lo más destacable de la novela es que toda la investigación de Jaritos está directamente relacionada y entreverada de lo que ocurre a su alrededor, en su doble faceta de policía, de ciudadano y de hombre de familia. Hay momentos en que Pan, educación y libertad parece una distopía. En otros, una utopía de solidaridad y respeto, de conciencia cívica y de lucidez.

Además, en este caso, el ajuste de cuentas que hace Márkaris con las personas y las instituciones que nos han llevado al precipicio es menos granguiñolesco que en sus dos entregas anteriores. Más creíble. Más certero. O, quizá, lo veo así porque tiene más relación con la situación de España.

No lo sé.

Pero si has leído ésta o alguna de las otras novelas de la Trilogía de la Crisis, me gustaría hablarlo.

Para terminar, una pregunta: ¿hay alguien en España, además de Rafael Chirbes, que esté novelando el drama que estamos viviendo, desde 2008? Porque ya son seis años. Tiempo más que suficiente para contextualizar, documentarse y tomar distancia. Y partido. ¿No te parece?

Pan, educación, libertad

Petros Márkaris

Trad.: Ersi Marina Samará Spiliotopulu

Tusquets

 

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