«RG», de Pierre Dragon y Frederick Peeters, por Jesús Lens

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

Si los tipos de Astiberri, esa maravillosaza, osada e imprescindible editorial de cómics, me pidieran una frase para poner destacada en una faja que acompañara a los volúmenes de la serie RG, yo les propondría algo así como “RG es el The Wire de los cómics”.

Y me quedaría tan ancho, sabiendo que había dicho una verdad tan grande como la Catedral de Notre Dame.

De esta maravilla serie de cómics he leído solo dos hasta la fecha. El primero, Riyad-Sur-Seine y el segundo, Bangkok-Belleville. Pero pienso seguir devorando todos los demás que surjan de ese extraordinario binomio formado por Frederik Peeters y Pierre Dragon.

Peeters es un historietista ya consagrado, con una visión muy particular de la vida y de la realidad que nos rodea. Del suizo ya hablábamos en esta entrada, pidiendo su candidatura a la presidencia del gobierno, sin ir más lejos.

Pero, ¿quién es ese tal Dragon con el que se ha aliado, para parir esta gloriosa serie que conforma RG y que, insistimos, es de lectura obligatoria para todos los amantes del noir?

“Pierre Dragon nace en 1965. Crece jugando al rugby y escuchando fascinado los relatos del vecino de la familia, un comisario de policía. Después del bachiller y del servicio militar entra en la escuela de policía, tras lo cual recorre uniformado las calles parisinas. Más tarde, se integra como civil es un equipo especial que patrulla de noche persiguiendo el flagrante delito. Con el nacimiento de su hija, pasa a la brigada de día y trabaja en diferentes unidades antes de incorporarse a los servicios secretos (RG), en los que permanece desde entonces”.

No sé a ti, pero a mí me ofrece mucha, muchísima credibilidad lo que este tipo tenga que contarnos. Y, tras haber leído sus dos primeras historias, siento que, efectivamente, este tipo narra su trabajo, el trabajo policial, con una honestidad brutal en estos tebeos.

Empiezas a leer una de sus investigaciones, ves cómo detectan a un malhechor y el subconsciente te lleva a otros tebeos, películas y series de televisión; exigiendo a los policías que lo trinquen, tras una persecución en coche a toda velocidad por París y se enfrenten a él, a tiro limpio o, como mínimo, a puño descubierto.

Pero no. Nada de eso.

Si has visto The Wire o has leído las novelas negrocriminales de Lorenzo Silva, sabrás que una investigación es algo mucho más lento, prosaico, pesado y aburrido y que las detenciones solo llegan al final -cuando llegan- de un concienzudo y extenuante trabajo que implica, por ejemplo, vigilancias eternas durante las cuales, los policías han de mear en botellas.

La primera de las historias contiene una trama con conexiones terroristas en la que Dragon y su equipo deben hilar muy fino y conseguir apoyos e información a través de las vías más insospechadas. En la segunda, investigan a una mafia que trae a personas del sudeste asiático, de forma ilegal, para usarlas como esclavas en los talleres de confección ilegales o en las salas de masaje de París.

Y hay tiempo para conocer la vida cotidiana de los policías, sus costumbres, sus filias y sus fobias. Y las broncas con otros departamentos y colegas. Y sus relaciones con los jueces. Y un largo etcétera que, si no lees RG, te estás perdiendo.

Algo imperdonable, si eres aficionado al género negro y criminal…

 

RG

Pierre Dragon y Frederick Peeters

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