«The Wire. Toda la verdad», de Rafael Alvarez, por Francisco J. Ortiz

the-wire-toda-la-verdadFrancisco J. Ortiz

Así se construyó la Capilla Sixtina del género

Hasta hace no tanto tiempo como pudiera parecer hoy, solo había una manera de ver una serie de televisión: la televisión. Con un horario predeterminado (ya fuese diario o semanal), en un día o días y a una hora concretos, con una cadencia establecida por el canal sin posibilidad de negociación, y las más de las veces con cortes publicitarios troceando el relato. Querámoslo o no, esta manera de entender la ficción televisiva, con sus pros y sus contras, ha pasado a la historia: el recipiente televisivo es en la actualidad solo uno de los medios de acceso a las series de moda, puesto que gracias a la edición doméstica en formato digital, la TV en Internet y las descargas (legales o no) de la red, los aficionados suelen programarse a su gusto el visionado de sus seriales favoritos, y a menudo recurren a sesiones maratonianas donde dan cuenta de varios episodios seguidos, cuando no una temporada completa, y en donde ponen a prueba su propia resistencia física y psicológica tanto o más que el talento de los autores de la obra audiovisual en cuestión.

La serie The Wire, conocida en España (aunque no demasiado) con el subtítulo de Bajo escucha, se emitió entre 2002 y 2008 por la cadena estadounidense HBO, culpable en buena parte de que exista esa frase de “Hoy el mejor cine se hace en la televisión” que ya cansa como lugar común la mayoría de ocasiones muy poco argumentado. Un servidor no la vio entonces, pero durante el año pasado, y después de que algunos nombres tan autorizados como los de Andreu Martín (también fan confeso de la policíaca The Shield) y Mariano Sánchez Soler (que la describió nada menos que como “la Capilla Sixtina del género”) me dieran una reprimenda por haberla dejado pasar, decidí ponerle remedio al asunto comprando a ciegas y sin posibilidad de devolución la caja que incluye las cinco temporadas de las que constó la serie en DVD. Algo que nunca había hecho antes y que probablemente muy pocas veces, por no decir ninguna, vuelva a hacer después.

Ahora bien: lejos de verla a un ritmo tal como para darla por terminada con prontitud, decidí racionarla poco a poco por dos razones: primera, por respeto al formato original y a la construcción narrativa propuesta por sus autores, con el ex periodista y hoy escritor y guionista David Simon a la cabeza, que pasaba por la emisión de un único capítulo por semana (de mi obsesión por la secuencialidad, la continuidad y la repetición mejor les hablo otro día); y segunda, porque si de verdad The Wire era tan buena como decían, quizá valdría la pena degustarla poco a poco para que durase lo máximo posible.

David Simon

David Simon

Por esta razón, la publicación de un libro como The Wire. Toda la verdad, que supera con creces el medio millar de páginas, coincide con mi visionado de la segunda temporada de la serie, y me embarco en su lectura con la precaución de saltarme alegremente aquellas páginas que versan sobre los capítulos todavía inéditos de mi plan personal, por aquello de evitar spoilers desagradables acerca del futuro, mi futuro al menos, de este retrato poliédrico de la ciudad de Baltimore, verdadera protagonista de la serie más allá de los policías, los traficantes de droga, los trabajadores y sindicalistas o los periodistas que pueblan sus calles.

Por tanto, téngase en cuenta que las líneas que siguen deben entenderse como una reseña un tanto sesgada aunque creo que fiel a los contenidos y los valores, que no son precisamente pocos, del presente libro. Un libro que viene firmado por uno de los guionistas del serial, Rafael Alvarez, ex compañero de Simon en la redacción del diario Baltimore Sun y escritor de algunos de los episodios de Homicidio, la serie basada en el libro homónimo de su colega. Pero como en la misma The Wire, Alvarez no está solo: cuenta aquí con la inestimable colaboración del propio creador de la serie, así como la de una nómina de autores invitados entre los que cabe destacar a los escritores George Pelecanos (nombre clave de la novela negra actual, y asimismo guionista de la serie), Nick Hornby (autor de novelas de éxito, muchas adaptadas al cine, como Fiebre en las gradas, Alta fidelidad o Un niño grande) y Laura Lippman (autora de thrillers literarios y a la sazón esposa del propio David Simon desde hace algún tiempo).

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Es precisamente Simon el encargado de abrir fuego con un texto introductorio acerca de su hijo predilecto que, lejos de ser el típico prólogo de fuste escaso y naturaleza puramente testimonial, alcanza las treinta páginas y explica pormenorizadamente cómo ha cambiado la televisión en los últimos lustros, así como el papel fundamental que jugó la HBO en dicha metamorfosis y cuál era la arriesgada propuesta que suponía The Wire en el momento en que se planteó al mismo canal que también nos ha ofrecido otros hitos del género en la pequeña pantalla, caso de Los Soprano o Boardwalk Empire. Acto seguido se incluye la reproducción de un correo electrónico de Simon a los mandamases de la cadena explicando las razones por las que merecía la pena apostar por otra “serie de policías”, así como un artículo de Michael A. Fletcher centrado en la figura del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, seguidor declarado de la serie.

A continuación arranca el grueso del volumen, que desgrana The Wire temporada a temporada: cada uno de los epígrafes comienza con un artículo general sobre la misma, para después glosar uno a uno los capítulos que la integran, complementado todo ello con artículos de contenidos diversos pero siempre vinculados a la serie, como análisis y/o entrevistas de algunos personajes / actores en concreto o de las personas reales que los inspiraron. Porque, les recuerdo, The Wire está basada en hechos reales investigados por ex periodistas como Simon y ex policías como su compañero Ed Burns, aunque los personajes y las acciones que protagonizan la serie sean, estrictamente hablando, pura ficción.

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En el epílogo del libro destaca un homenaje al fallecido productor Robert F. Colesberry (a quien está dedicado el volumen), mientras que a modo de apéndices se incluyen un glosario de términos -para los que ven la serie como hay que verla: en versión original- y las fichas del reparto y el equipo de rodaje de cada temporada. Todo ello, como el resto de páginas, acompañado de un surtido aparato de fotografías, la mayor parte en blanco y negro y un buen número en color distribuidas en tres pliegues intercalados a lo largo del libro.

En resumidas cuentas: si usted, lector, ya vio (y disfrutó) The Wire (Bajo escucha), en este monumental volumen descubrirá cómo se hizo la serie que Mario Vargas Llosa se atrevió a comparar con las grandes novelas decimonónicas de Dickens y Dumas para estupor de los intelectuales de la vieja escuela, y probablemente encuentre muchas razones para volver a verla; pero si, como yo, no la ha visto todavía (ya sea entera o en parte), le servirá a modo de guía de viaje por una ficción que muchos especialistas consideran la mejor serie de televisión de la historia (en dura competencia, por supuesto, con la citada Los Soprano). Ahí es nada. Eso sí: en este último caso, y parafraseando a un personaje de otra célebre serie televisiva de policías: tengan cuidado ahí afuera… con los spoilers.

The Wire. Toda la verdad
Rafael Alvarez
Trad.: Joan Eloi Roca
Principal de los Libros

2 comentarios en “«The Wire. Toda la verdad», de Rafael Alvarez, por Francisco J. Ortiz

    • No te arrepentirás, Sergio. La serie es una maravilla. Al principio puede chocarte un poco su estética o forma de narrar, pero sus tramas y personajes te van atrapando. Y cuando la veas también te recomiendo leer este libro, donde analizan sus cinco temporadas capítulo a capítulo.

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