«Headhunters», por José Luis Muñoz

José Luis Muñoz

La literatura y la cinematografía nórdicas (olvidémonos del cine trascendente y filosófico de Dreyer y Bergman) están dando un vuelco desde que el género negro que viene de esas latitudes se ha convertido en un fenómeno mediático de una magnitud insospechada. Si las novelas protagonizadas por el inspector Kurt Wallander, el héroe de Henning Mankel, se han convertido en serie televisiva con el rostro de Kenneth Branagh, y la exitosa trilogía Millenium ha tenido la doble versión cinematográfica, sueca y norteamericana, casi al mismo tiempo, poco a poco les llega el turno a los otros autores nórdicos para que sus novelas sean versionadas con éxito.

Headhunters es la adaptación de la novela homónima del noruego Jo Nesbo, uno de los autores capitales de la literatura negrocimininal de su país, y Mortem Tyldum es su eficaz realizador, un director con dos películas anteriores en su haber, Buddy (2003) y Ángeles caídos (2008), formado en Estados Unidos y con amplia experiencia en televisión y publicidad; y esto último se nota para beneficio de este thriller frenético, con buenas dosis de humor grueso la secuencia de la persecución del tractor; el falso muerto arrojado al lago, muy de los Coen, algunos momentos impactantes ese plano fijo de miradas entre Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau), el ejecutivo agresivo, y nunca mejor empleado el término, y Roger Browm (Aksel Hennie), el cazatalentos que lo ningunea, en el vehículo accidentado es de lo mejor de la película y un crescendo imparable en el que Tyldum parece haber tomado nota de las enseñanzas de alguno de los maestros del género, del Hitchcoock de Con la muerte en los talones, por ejemplo, porque, como el Cary Grant de esa gran comedia de acción e intriga que es un clásico en la cinematografía del mago del suspense, Aksel Hennie, un actor con un físico a lo Steven Buscemi y enormemente expresivo, no consigue asimilar nunca lo que le está sucediendo y por qué, y va de mal en peor, según avanza la película, pero con una capacidad de reaccionar y sobrevivir asombrosa.

Y eso es lo que sucede cuando un pequeño delincuente Roger Browne, que remarca su escasa estatura sin complejos ya que no le impide estar casado con una espectacular mujer, Diana (Synnove Macody Lund, modelo y periodista), hermosa galerista y rubia canónica, que, además de cazatalentos, es ladrón de cuadros, tropieza con otro delincuente mayor, y tan letal como un tiburón, que ha servido, además, en las fuerzas especiales y está dispuesto a devorarlo al precio que sea.

La principal virtud del film de Mortem Tyldum es no dejar que el espectador respire, ni piense, y eso lo consigue con creces encadenando una escena de acción con otra más vertiginosa, con ritmo frenético de montaña rusa, y dejándolo materialmente sin aliento, con el ojo fijo en la pantalla para no perder detalle de esa violenta cacería humana que se establece entre los dos talentos criminales. Y su principal defecto, un guion tan lleno de orificios, como un queso gruyere, (uno se pregunta el porqué de esa encarnizada persecución, y también el cómo, y no hay respuesta lógica) y trampas que quedan en evidencia en cuanto el espectador toma distancia y consigue sacudirse de su retina las impactantes imágenes de Headunters.

Claro que eso se produce cuando ya se ha acabado la película y el espectador está en la calle, feliz por el autoengaño. Misión cumplida con nota.

2 comentarios en “«Headhunters», por José Luis Muñoz

  1. Me entretuvo. Está bien rodada. Tiene ramalazos de humor (la huída con el tractor y el perro clavado en él). Pero el guión está lleno de fallos. La habilidad, desde mi punto de vista, es que no te das cuenta de ellos mientras la película rueda.

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