Entrevista con Jussi Adler-Olsen. Por Sergio Torrijos Martínez



Sergio Torrijos Martínez

Traducción: Lourdes de Andrés Andradas

Cuéntanos quién eres. ¿Quién es Jussi Adler-Olsen?

Soy una mezcla de las altas esferas de la sociedad, con padres muy cultos y un pasado adinerado y luego tengo mi otra faceta de chico de la calle. Tuve que ser independiente a los 22, así que estoy muy acostumbrado a tratar con la gente de la calle. Venían indigentes o drogadictos a mi tienda de cómics solo para resguardarse del frío del invierno. O sea que soy esa mezcla. Soy un buen guitarrista y soy una especie de espíritu libre, un poco restringido por esa educación que recibí. Soy un mix entre los que viven en las nubes y los que viven con los pies en el suelo. Podríamos resumir diciendo que soy una especie de caos o mezcla de muchas cosas.

¿Por qué te dedicaste a la literatura?

No lo hice, no me dediqué a la literatura. Me dediqué siempre a hacer aquellas cosas que me parecían divertidas. De hecho ha sido siempre una de mis premisas para vivir, hacer solo aquello que me gusta. El problema es que, evidentemente, mi forma de ser no me permitía estar mucho tiempo seguido en un mismo sector. Busqué un empleo porque lo necesitaba. Quería trabajar en pijama, no levantarme de la cama si no me parecía conveniente y el objetivo que me marqué fue no jubilarme nunca en esta vida. Parece un sueño lo que acabo de decir pero luché por ello. Ahora en Barcelona duermo sin pijama, me levantan a las 7 de la mañana y ya no soy dueño de un solo minuto de mi vida. Pero bueno, a pesar de todo, la literatura me permite mezclar mi faceta creativa sin olvidar mi antigua faceta como editor. Sumándole el lector ávido que soy y mi lado cinéfilo, y por encima del todo, llegar a ser leído.

¿Cuáles son tus principales influencias? ¿Cómo te ha influido el boom de la novela negra nórdica?

En literatura cuesta mucho decir exactamente algunas de esas influencias pero bueno, las mías creo que remontan muy atrás. Clásicos como Víctor Hugo son quizá mis influencias a la hora de estructurar la historia. Dickens, por ejemplo, me dio la vertiente más social y Frederick Forsyth me dio la parte del thriller. Hitchcock me dio el suspense y el punto de vista, Cervantes me dio al tipo ese bajito llamado Sancho Panza y, para ser sincero, es una mezcla de todo esto. Y así debería ser. No me influye mi propio género al que me dedico.

En cuanto a la influencia del boom de la novela nórdica, sí, claro que sí, todos los que escriben este tipo de género a día de hoy lo han sido por Sjöwal y Wahlöö, la pareja de autores que fundó el género.

Aparte de ellos no me interesa en absoluto dejarme influir por ningún autor actual, ya sean novelas de detectives, thrillers, nada.

En España se han publicado tus tres primeros libros ¿con cuál te quedarías? ¿Por qué?

Esa es una pregunta que a todo el mundo le gusta y a la que el autor nunca da una respuesta honesta. En mi caso, la respuesta más sincera es: ¡los tres! Los tres están muy interconectados, como si de capítulos se tratara y pienso muy detenidamente como desarrollar la curva dramática, y si no hay un número uno no habría número uno, ni cuatro ni cinco. Espero que llegue el día que pueda afirmar que el mejor libro es el número diez (gracias al número nueve).

¿Cómo construyes los personajes? ¿Cómo nació Assad? ¿Aportas algo tuyo, de carácter personal a los personajes?

Intentaré darle un giro nuevo a esta respuesta. Assad, Rose y Carl son personajes que se irán desarrollando de maneras muy distintas. En el caso de Carl quizá hay veinticinco elementos que podrían ser míos y otros tantos que están por exigencia del guión. No es el caso de Assad, porque él se desarrolla a partir de una frase. La historia es sencilla. Llamé a un amigo mío que vive en una isla y que es el traductor de mis libros al inglés americano y le dije: “Steve, te echo mucho de menos y pienso muchas veces en ti, ¿como estas?”. Y él dijo: “¡Uau! Qué coincidencia, es como si fuésemos almas gemelas, ¡yo también pienso siempre en mi!”. Esta respuesta inesperada me sorprendió y me hizo pensar en Sancho Panza, un personaje muy inesperado lleno de imprevistos y el personaje de Assad es así. Sabía que Carl necesitaba un acompañante. Rose fue elegida por necesidad, necesitaba introducir el caos en la historia para reforzar la historia de la pareja formada por Carl y Asad.

¿Cuál es tu dinámica de trabajo? ¿Lo divides en bloques o lo haces capítulo a capítulo?

Bueno, es distinto. Yo siempre tengo una sinopsis muy exhaustiva como punto de partida. Ya conozco toda la historia antes de escribir el primer capítulo. En el caso del quinto libro, he enfrentado la sinopsis con la historia. Ya conozco los quince primeros capítulos pero no el resto. Creo que es una buena manera, pero como no está funcionando como yo quería, creo que cuando vuelva a Dinamarca volveré al método anterior y me sentaré tres o cuatro semanas para terminar la sinopsis inicial.

¿Cómo consigues que la tensión vaya siempre en aumento?

Quizá eso es lo que parece, ¿no?, tras la entrega numero tres pero no es el caso, por ejemplo, de los dos primeros libros, porque lo que va en crescendo tiene que tener además una buena apertura para que pueda funcionar. Pero, seamos sinceros, yo creo más en los crescendos constantes por la manera que tiene la gente de leer hoy, estamos todos tan agitados… Todo el mundo tiene que ver un rato la televisión por las noches, así que, cuando la gente se va a la cama y se pone a leer justo antes de dormir, el libro parece un somnífero. De esta manera, yo creo en las afirmaciones pequeñas que te impidan cerrar los ojos y, por ello, cada frase siguiente tiene que ser más interesante que la anterior. Es un truco para que el lector no se duerma.

Pienso muy bien todas las frases que escribo, todas. Si un autor novel me preguntara como triunfar manteniendo el interés en el lector, yo le diría que luchase por cada página, que trabajase cada una de las páginas. Esto lo aprendí de un editor que me dijo que si la página numero 17 no vale nada, el libro no vale nada. Yo siempre me leo la página 17 de cada libro que me llega y si no me gusta no lo publico. Quizá otros editores solo leen la página 63 o 230 por norma, pero yo sé que los lectores siempre dan un vistazo al libro, se leen incluso el final para empezar, así que tiene que ser bueno de principio a fin, todas las páginas cuentan. Si en uno de mis libros encontráis una mala página, hablad con el traductor que será cosa suya o quizá ahora os esté engañando, quién sabe.

¿Qué te diferencia de tus homólogos daneses? Inger Wolf, Sara Blaedel, Sissel Jo Gazan, etc… ¿Y con tus homólogos de los países vecinos?

Nunca hablo de mis colegas.

¿Reflejan tus novelas la realidad del país?

Yo creo que mis novelas reflejan todo lo que es posible que ocurra en una sociedad incluso en un país tan pacífico como Dinamarca. A menudo nos damos cuenta de que estas cosas pueden pasar en sociedades de pequeñas dimensiones. Por mucho que lo intentes la gente muchas veces no puede entender como esas cosas pasan y por qué nadie ha interferido de ninguna manera, así que mis historias son siempre historias de las propias personas, de nosotros, que de vez en cuando tenemos una falta de empatía y curiosidad impresionante. Si nos viésemos los unos a los otros con atención, mostrando empatía y respeto, entonces muchas de las cosas sobre las que escribo no sucederían.

Eres muy crítico con ciertos aspectos de la crisis global. ¿Qué puedes decirnos de la realidad de Dinamarca?

Yo creo que la crisis afecta a todo el mundo por igual. Los que están en el poder están dispuestos a luchar desde cualquier medio para alcanzar la solución. Creo que tenemos a los líderes equivocados. Los buenos líderes deben entender y respetar el hecho de que sirven al pueblo, es así y punto. Tenemos a unos políticos que no están preparados para valorar sus actos y analizar sus ideas. Simplemente miran el mañana desde su propio prisma y no prevén las cosas en plazos más largos como de diez años, ni tienen en cuenta el punto de vista del pueblo. Yo creo que políticos de este calibre deberían avergonzarse e irse. Desgraciadamente, creo que esto se aplica a la gran mayoría.

Ese es el problema del mundo y los medios de comunicación se están encargando bien de comunicarlo. Los políticos realizan declaraciones que, a la larga, no significan nada, pero a mi no me engañan fácilmente y no tengo ningún respeto por las autoridades que no respetan el deseo del pueblo. Yo creo que en la sociedad tenemos que poder vivir todos. Así que, si hablamos de las elecciones, por ejemplo, siempre hay una rama de la sociedad que no se ve representada en esos comicios. Tiene que ser difícil para un político darse cuenta de que cuando esta al mando también debe encargarse de todos aquellos que no le votaron. Hay muy pocos políticos en este mundo que sean capaces de liderar absolutamente a todos los que les votaron o no y puedan analizar lo que pasará en el futuro. Estaríamos hablando casi de dioses como Mandela. Cada noche me repito a mi mismo, me convenzo de que pronto habrá más mandelas en este mundo.

¿Cuándo vas a venir a España? Esperamos que pronto.

Voy a regresar a España pronto. Bueno, ya he estado en Barcelona y además me encanta Madrid y también el sur de España. Me encantaría satisfacer mi curiosidad y ver la parte interior del país. Tengo al país siempre muy en mente. Ahora mismo estoy en Barcelona y cada vez que veo una sociedad como la barcelonesa me lleno de inspiración, me dan ganas de vivir más y me tranquiliza ver que una persona que viene del norte como yo puede hacer algo así.

Para resumirlo en una breve frase, estar ahora mismo aquí, en Barcelona, me permite volver a la vida y disfrutar de la lujuria de la vida. Espero incluso que pueda tener algún día una propiedad aquí, en España, pero entonces tendré que rogar a los políticos españoles que el sistema fiscal entre Dinamarca y España sea algo más flexible porque percibo cierta hostilidad a la hora de hablar de comprarme una casa y me entristece porque era mi objetivo esta vez al venir aquí. Regresaré a España, claro que sí, cuando así lo necesite mi editorial y cuando el cielo gris de Dinamarca me empuje a tomar el avión.

Muchas gracias,

Tak.


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