Madame Tabachnik

Noemí Pastor

Menudo currículum

Maud Tabachnik nació en 1938 en París. Estudió Comercio y trabajó como fisioterapeuta y osteópata, hasta que en 1988, cumplidos ya los cincuenta años, una enfermedad la obligó a dejar su profesión. Se puso entonces a escribir y en 1991 publicó su primera novela, La Vie à fleur de terre. Desde entonces no ha parado y ya tiene treinta novelas publicadas.

Thriller político, feminista y americano

Así se suele definir lo que escribe Tabachnik. Son relatos policiales con ciertas pullas contra los residuos sexistas del género criminal de toda la vida y, por lo general, se desarrollan en los Estados Unidos de América, porque, según Tabachnik, es un país en el que «todo puede ocurrir» y en el que las olas de calor sofocan las ciudades y sacan a pasear a los asesinos en serie, otra de las especialidades de Tabachnik y típico producto norteamericano.

La etiqueta «política» le viene porque no le da miedo meterse en fregados de ese tipo. Así lo hace, por ejemplo, en la novela He visto al diablo de frente. Los crímenes de Ciudad Juárez (en español en Artime, 2005), en la serie Fin de trayecto, donde habla de la violencia intrafamiliar o en Las memorias del verdugo, relato en el que se mete en la cabeza de un oficial de las SS.

A Tabachnik no le gusta la etiqueta de «polar femenino». La de «feminista» supongo que sí le gustará. Le leo en una entrevista:

Las mujeres no empezamos a escribir polar anteayer. Tengo clasificadas casi doscientas escritoras de este género desde 1920. Lo que pasa es que, salvo honrosas excepciones, o publicaban con pseudónimo masculino o la crítica las ignoraba totalmente.

San y Sam

Aparecen en varias de sus novelas el inspector de policía Sam Goodman y la periodista Sandra Khan.

Khan es californiana y su periódico el San Francisco News, la envía a investigar crímenes doquiera que se producen; a Ciudad Juárez, por ejemplo, o a Las Vegas, ciudad criminal por excelencia.

Sam Goodman es de Boston y es judío. No es el único poli judío de las novelas de Tabachnik ni tampoco el único judío, pues el antisemitismo ocupa mucho en su obra: tiene incluso una novela histórica, La estrella del tiempo, sobre las persecuciones de judíos en Francia en la Edad Media.

Otros personajes habituales de sus nivels son psicópatas (en esto emparenta con sus colegas Patricia Highsmith y Ruth Rendell) y, como digo, asesinos en serie.

Treinta novelas prometen grandes emociones. Las compartiré con ustedes.



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