«Betibú», de Claudia Piñeiro, por Alejandra Zina

Alejandra Zina

Una de las grandes virtudes narrativas de The Killing, la remake norteamericana del thriller danés, es presentar el crimen como punto donde confluye la paranoia individual y colectiva. Algo que la literatura, el cine y otras series ya venían explorando hace rato. En la novela Blanco nocturno, Ricardo Piglia lo consagra como un nuevo género: la ficción paranoica. “Todos son sospechosos, todos se sienten perseguidos”.

Tras el brutal asesinato de una adolescente en Seattle, se abre una investigación que no deja a nadie afuera, desde la dolorida familia de la víctima y su entorno cercano hasta los detectives asignados en el caso y los candidatos de una campaña política. Todos tienen un secreto que los vuelve sospechosos de algo y ese algo de algún modo está relacionado con el crimen de Rosie Larsen. Mientras avanza la historia va quedando claro que al pasado no lo pisamos, más bien lo contrario. Que el pasado es una fiera difícil de domesticar.

Las series, como todo arte popular, ya forjaron una tradición que las enriquece. En The Killing resuenan ecos de Twin Peaks aunque se perfile más realista, más negra y más lluviosa que su antecesora. Y también de 24, donde los cambios de punto de vista refuerzan la intriga y el misterio. Por suerte, a esta altura de la soireé ningún escritor oculta sus pasiones televisivas, ni tampoco niega aquellos recursos que traslada a su ficción.

El crimen como epicentro de una ficción paranoica y la narración simultánea de distintos personajes -lo que en cine o TV se conoce como split screen– es la estructura ósea de Betibú, la última novela de Claudia Piñeiro. Nacida en Buenos Aires en 1960, consagrada como primera dama del policial argentino, Piñeiro es autora de las novelas Tuya, Las viudas de los jueves (Premio Clarín de Novela 2005), Elena sabe (Premio LiBeraturpreis 2010) y Las grietas de Jara (Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010). Ha publicado también novelas juveniles y obras de teatro.

Piñeiro reincide en el policial y vuelve al ambiente del country para contar una historia en donde afina su mirada sobre el encierro supuestamente inviolable de los poderosos, los secretos y la vuelta de un pasado truculento.

Hace un par de años que Gladys Varela limpia la casa de un importante empresario de apellido Chazarreta. Lo que ella no sabe es que esa mañana va a ser muy distinta a las demás. Después de soportar las humillantes requisas del guardia en la puerta del barrio privado La Maravillosa, Gladys encuentra a su patrón sentado en su sillón favorito, con una botella de whisky vacía a un costado, un cuchillo ensangrentado en la mano y un tajo que le atraviesa el cuello de lado a lado, “como dos labios casi perfectos”. Así entramos en Betibú. Un caso policial que se multiplica y compromete a tres ambientes que imponen sus propias leyes: el country, el periodismo y la literatura.

El Tribuno, uno de los diarios más importantes del país, suspende su habitual confrontación con el gobierno para cubrir a fondo la noticia del degollado. El director envía a Nurit Iscar al country La Maravillosa junto con un periodista joven e inexperto a cargo de la sección Policiales. Nurit es escritora de novelas policiales, fue best-seller pero dejó de escribir cuando leyó una crítica que destrozaba una obra suya. Ahora se dedica a escribir libros de autoayuda que firman otros.

Jaime Brena, antiguo jefe de Policiales de El Tribuno que había sido desplazado a otra sección, se cuela en el caso y forma equipo con Nurit (alias Betibú, por su parecido físico con el dibujo animado) y su reemplazante. En este trío dinámico cada uno tiene su “poder”. Betibú aporta imaginación, audacia y por supuesto, intuición femenina. Jaime Brena, la experiencia de años de redacción y calle, y una mirada política y algo desencantada de la sociedad. El pibe de Policiales, del cual nunca se dice su nombre, aporta su pericia tecnológica en el uso de redes sociales e Internet. No hay un saber, experiencia o destreza más valiosa que otra. Piñeiro deja bien claro que el trabajo de los tres es lo que hace avanzar la investigación.

Como ocurre en casi todos los policiales, quienes investigan también están pasando por crisis personales: dejar de trabajar, trabajar en lo que les gusta, dejar una relación, empezar otra, criar hijos, cansarse de la soledad. Sin ser negro, el presente de los personajes es un momento de bisagra. A partir del caso Chazarreta y lo que éste desencadena, cada uno de ellos dará un paso que cambiará su vida.

Betibú
Claudia Piñeiro
Alfaguara

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